El viernes pasado recibí un mensaje en Facebook de mi buen amigo Antonio. Me ofrecía quedar a comer en el restaurante de un amigo. Al decirle que sí inmediatamente llamo a Rafa y ayer lunes quedamos a comer un arroz capaz de animar un lunes.
Yo conozco a Rafa y Antonio desde hace diez años. Hace diez años junto con otros tres amigos (David, Nano, María y Paula) escribirmos un libro de relatos. Fueron unos meses maravillosos. Teníamos el firme propósito de escribir un relato al mes. El compromiso era firme ya que cada mes quedábamos para leer los relatos. Fueron veladas increibles, empezábamos leyendo los relatos y acabábamos hablando de cualquier tema. Pero de repente empezamos a tener niños y las obligaciones familiares nos separó. Aunque hemos mantenido cierto contacto. La última vez que nos viemos fue hace dos años.
Antonio sabía algo de los superpoderes de Xergio, pero Rafa no lo sabía y su cara era todo un poema mientras les iba contando en la comida todos los superpoderes que Xergio tiene, cómo nos ha cambiado la vida y cómo queremos cambiar el mundo. Me gustó mucho verles, fue como un flashback a un pasado mejor, un pasado sin miedo a las crisis, con unas preocupaciones que ahora parecen minúsculas.
En la vida hay momentos que se te grapan en el corazón con una fuerza descomunal. Siempre recordaré la noche en la que Paula Farias nos contó una historia aterradora.
Paula trabajaba como médico de Médicos sin Fronteras. De hecho luego llegó a ser la Presidente de Médicos sin Fronteras en España. Cuando escribimos el libro Paula andaba embarcada en el barco de Greenpeace y no solía venir demasiado a nuestras reuniones. En una de las veces que vino nos hablo con una naturalidad pasmosa de Angola. Los guerrilleros tenían a los civiles confinados en sus aldeas, sin comida. Y los niños morían de hambre.
Paula nos contó cómo la gente de Médicos sin Fronteras llegó al poblado y se encontró con niños desnutridos, deshidratados. Su única esperanza era un camión con suero que llegaba por las mañanas, si el camión no llegaba los niños se le morían en sus brazos.
Como este niño de la foto, que murió media hora después de que Sebastiao Salgado sacara esta foto. El camión ese día no llegó a tiempo.
Lo que me impresionó de Paula era cómo contaba sus historias. Con toda la modestia del mundo. Sin destacar ni levantar la voz, con la humildad de quien hace un trabajo titánico.
No fui capaz de imaginarme que nos esperaría un presente en blanco y negro como la foto. Que tendría que correr con Xergio en brazos, convulsionando para llevarle a una ambulancia. Que estaría noches en la UVI velando sus sueños y viéndole pasear por esa delgada línea que separa la vida y la muerte. Y que vería amanecer esperando que Xergio despertara y sonriese al verme. No podía imaginarme que estaría tan cerca del dolor.
Y sin pensáis que Paula eligió estar cerca del dolor tiene doble mérito. Mirad su cara en la foto. Es la imagen de la desesperación. Hay personas que pasan por tu vida y que son capaces de dejarte una impronta indeleble, como la tinta para dejar tu huella dactilar en el DNI. Paula es una de ellas.
Gracias Antonio y Rafa por regalarme una pausa en esta vida de locos y recordar esas noches en tu casa de Comendadoras. Volver a pensar en héroes como Paula me ha vuelto a dar fuerzas.
…pues sí, Julian, mi cara era un poema… y el corazón un poemario… prometo estar al tanto, difundir todo lo que pueda, estar con vosotros para lo que queráis e implicarme en el tema hasta dónde pueda… besos a los cuatro… hablamos…
Gracias Rafa, la verdad es que los amigos de verdad son los que tampoco se alejan del dolor. Gracias por estar ahí.
Efectivamente, también para mí, Paula ha sido una referencia fundamental desde que la conocí en aquellos encuentros fantásticos de la plaza de las Comendadoras, donde además del ejercicio de creación literaria, compartíamos nuestras experiencias e inquietudes. Paula es un referente ejemplar, pero no sólo por la extraordinaria actividad que viene desarrollando como médico en MSF, sino también, como tú dices, por la naturalidad y humildad con que lo cuenta; por esa serenidad con que relata los episodios tremendamente tristes que ha vivido, las injusticias extremas de las que ella ha sido testigo principal. Y de la misma manera magistral lo hace ante los medios de comunicación como responsable de MSF, transmitiendo con esa mirada serena, pero sin quitar ni un ápice de magnitud a la tragedia, la necesidad urgente de actuar.
Desde aquellas noches en Comendadoras, hace ya diez años, han surgido, dentro de ese grupo de amigos, nuevos héroes, nuevas referencias a admirar. Dos de sus miembros, María y tú, habéis afrontado con extraordinaria fortaleza y valentía las dificultades de salud de vuestras personas más queridas.
Querido Julián: en nuestro encuentro del lunes fuiste tú quien nos regaló, a Rafa y a mí, una pausa magnífica en nuestras vidas, una oportunidad para reconsiderar nuestras preocupaciones, revisar nuestras prioridades, sentirnos envueltos en esa actitud tuya tan serena (como la de Paula), tan optimista sin dejar de ser realista, nos permitió recargar nuestras baterías vitales. Poco a poco fueron desapareciendo los granos de arroz de nuestros platos, y con cada grano un una ilusión, un deseo tremendo de que la Medicina, esa Ciencia Médica con mayúscula, humana y solidaria, que avanza cada día inexorablemente, halle mejores tratamientos para estas enfermedades. Seguro que será pronto.
Buscando entre mis cintas miniDV he encontrado un minuto y medio de video .
Es de hace dos años, más o menos. El superhéroe Xergio aparece muy lindo con su chupete en plaza de Olavide y luego en brazos de Ro en nuestra casa. Ese día juntamos a buena parte de “los hijos de las Comendadoras”.